Leo en uno de los blogs de Km77 en el que prueban el último Golf GTI que es un coche rápido, muy rápido, pero no es un deportivo. Tendemos a creer que cuanto más rápido o más prestacional es un coche, mayor es su deportividad, cuando no hay nada de cierto en eso y coches como el Mazda MX-5, el Toyota MR2 o el GT86 nos recuerdan a diario.
Coincido mucho con el autor en que, para que un deportivo lo sea, tiene que oponer resistencia al conductor, tiene que buscar gresca. No se trata de que sea como una moto con ruedas de madera, pero sí debe obligar al "piloto" a involucrarse en la conducción, y eso es algo que al parecer no pasa con el citado Golf, quizá el paradigma de la democratización de la conducción.
Con los superdeportivos de alguna manera ha pasado algo parecido: ya no son alocados potros salvajes prácticamente inútiles en la calle como aquel indomable Lamborghini Countach de los '80 y muchos de sus coetáneos. Ahora un LaFerrari o un P1 no es que sean capaces de defenderse en las calles, es que incluso son buenos en ese ámbito. De demostrar esto que digo se encargará Chris Harris precisamente con los antes citados. Queda demostrado que "cualquiera" puede conducirlos, aunque si tienes el talento de Chris mejor, claro. Qué duda cabe...
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