Estaba leyendo unas cuantas páginas sobre el próximo Focus RS, del que quería hacer una entrada, cuando un amigo vio lo que estaba haciendo y pronunció un hiriente: "¿y esa macarrada?". Me quedé estupefacto pero no le di importancia al tema. Casualmente, un par de horas después, me dí de bruces con un artículo de Guillermo Alfonsín en Autoblog que afirmaba añorar coches como aquellos Lancia Delta ensanchados, o el memorable Escort Cosworth con ese fantástico alerón. Coches derivados de sus homólogos de competición tanto prestacional como estéticamente.
Le empecé a dar vueltas al asunto, y resulta que es cierto: estéticamente los coches se han amariconado bastante, y en cuanto alguno se sale un poco del camino marcado, se le pone a bajar de un burro. Ahí estan el Polo R WRC, criticadísimo por llevar unos vinilos que tampoco son nada del otro mundo o el DS3 Racing, del que he llegado a leer -aunque fuera la palabra de un necio- que es una mierda tunera.
¿En qué momento dejó de ser referencia el "modelo Escort Cosworth" y nos pasamos al "modelo Golf GTI"? Dios sabe que es un coche que me encanta, que he podido conducir y que me compraría sin duda, pero cuya dsicreta imágen deportiva es eso, discreta. Ni siquiera un término medio entre lo soso y lo atrevido. Y tiene que ser así, porque al igual que hay gente que vibra viendo la musculatura de un Focus RS, otros se emocionan lo mismo con la mesura del Golf, que parece camuflarse entre los demás coches a la espera de que un ojo mínimamente entrenado lo reconozca por una raya roja, o por las llantas Denver, o por su eterno tapizado de cuadros.
Hoy día, la mayoría de las versiones deportivas de coches populares no es que necesiten un ojo entrenado, es que casi hace falta talento para diferenciarlos. Y como las cosas no están para tirar cohetes y lo racional gana por goleada a lo emocional, las marcas han "inventado" los kits estéticos, porque es más fácil y sobre todo barato vender la deportividad ficticia que la real: a casi cualquier diésel de acceso se le puede poner el kit de rigor y unos llantas tamaño Cadillac Escalade y a ver como te las apañas para diferenciarlo del GTI. Claro que en varios modelos el kit ya no es solo una cuestión de mayor o menor postureo, sino de necesidad, porque hay coches que de base son tan exageradamente sosos que parecen hechos por Zanussi o Fagor.
La agresividad hecha coche... No veo el momento de contemplarlo con mis propios ojos |
El caso, que no me quiero dispersar más, es que cuanto más aburrido se vuelve la industria, más admiro a fabricantes como Ford, Honda o Toyota, capaces de sacar coches como el ya citado Focus RS, el Civic Type R o el GT86, aún a riesgo de ir contra lo establecido. Especialmente destacable es el caso de Honda y ese Type R del que ya hemos hablado y que, simple y llanamente, mete miedo en el mejor de los sentidos. Un coche que puede no gustarte -para esos hay otros como un 130i, un Scirocco, un Golf... - pero que no puedes dejar de admirar. Hay que quitar de esta clase de coches el estigma de "tunning de polígono" que tan flaco favor hace a los que nos gustan los coches. Entre otras cosas, porque nada tiene que ver un cosa con otra.
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