Cuánto hemos cambiado. Bueno, cuánto ha cambiado todo. Me he
dado cuenta hoy leyendo alguna de mis viejas revistas de coches de finales de
los 80 -más viejas que yo- que gracias a otros aficionados han llegado a mí tanto en formato digital como en el tradicional papel mil veces manoseado.
Pienso que si no tienes revistas viejas de coches tiradas por algún lado es
porque no te gustan de verdad. De corazón, como se dice a los niños.
Estaba, como digo, echando un vistazo a una al azar y me
llamó la atención cuánto han cambiado los coches, las pruebas… y los anuncios.
Alguno me dejó perplejo y no por impactante, extravagante u otras cosas
acabadas en –ante, sino porque son totalmente inconcebibles hoy día. Mejor me
valgo de un ejemplo para explicarme:
“El Delta HF 4WD con tracción
total vuelve a demostrar la supremacía Lancia en el Rally de Montecarlo. Un
coche con unas excepcionales: motor turbo de 1.995 cm3, dos árboles de levas
contrarrotantes, intercooler, overboost y tracción integral “. Hasta el
primer punto todo es normal, atraen al cliente con sus éxitos en competición.
La segunda frase es la que me deja perplejo. ¿Árboles contrarrotantes?
¿Overboost? Pero, ¿a qué clase de friki
va dirigido este anuncio? Si la gente ya duda cuando oye árbol de levas, como
para saber qué demonios es contrarrotante. Publicidad para los verdaderos
aficionados, llenos de datos y cifras que suscitan emociones al conductor... ¡esto sí que es novedad!
¿Os imagináis un anuncio de, qué se yo, el Opel Astra GTC
acompañado de un texto del tipo “el nuevo
Astra, con válvula de descarga optimizada, cadena de distribución y alzado
variable de válvulas. Condúcelo”? Imposible. Ahora en los anuncios de
coches nos venden conceptos abstractos. Conduce tu propia vida, ¿te gusta
conducir?, ziritione… Cosas que, por muy
absurdas que parezcan, calan en la gente. Anuncios que bien podrían ser de blanqueadores
de ropa o videoconsolas. Parece lógico, máxime cuando hemos perdido esa curiosidad
por saber el qué y el cómo de muchas cosas. Si el coche hace un ruido se lleva
al taller, pocos son los que se manchan las manos de grasa intentando dar con
la avería, un proceso -el de curiosear- en el que, sin pretenderlo, se van aprendiendo
cosas.
Esto lo veo a diario en la calle: muchos saben cuanta
potencia tiene un Nissan GT-R, en cuanto hace el 0-100 km/h el último Pagani y no se pierden una carrera
de Fernando Alonso. Luego levantan un capó y no saben identificar el filtro de
aire. Mi padre, de esos hombres que ya no quedan, no distingue un Lotus de un
Cadillac, pero si le das las piezas de cualquiera de ellos te los monta en una
tarde con una llave dinamométrica y unos alicates.
Correción política
Otro anuncio que me deja patedefuá:
el del Renault Supercinco GT Turbo,
coche recordado donde los haya. Ojo con primera frase: “Arrancas, metes primera, sueltas embrague, pisas a fondo y ya está. Un
torbellino de fuerza y potencia se desencadena”. Me imagino una frase así
en el lanzamiento del próximo Clio RS y, acto seguido, a la DGT, la Guardia
Civil y al tibio ministro del Interior subiéndose por las paredes,
indignadísimos por tan impropia apología de la agresividad al volante.
Criminales al volante. Agricultores del mal. “Pisar a fondo” dice… ¡menudo animal!
Supongo que nos hemos vuelto así todos. Asépticos. Cómodos.
Cogiéndonosla siempre con papel de fumar, por si acaso. Expresiones como “merienda
de negros”, “hola a todos” -sin el
preceptivo “y todas”- o “pisar a fondo” no están bien vistas, son impropias. A
veces -pienso- si es que es cierto eso de que cualquier
tiempo pasado fue mejor.
PD: Curioso: el caballo de potencia del Supercinco GT Turbo sale a unas 13.000 pesetas. El de su equivalente actual, el Clio TCe de idéntica potencia -120 CV- a algo más de 25.000. ¡¡¡Definitivamente, cualquier tiempo pasado era el doble de bueno!!!
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