Ya conocemos oficialmente cómo será la nueva ley de
seguridad vial, a falta eso sí de aprobación por parte del congreso de los
diputados. Vamos a comentar qué novedades tenemos en materia legislativa y cómo
nos afectan a los usuarios, intentando hacerlo de la manera más objetiva
posible y sin que se me caliente demasiado la tecla, aunque cuando se trata del
gobierno de esta nación, es complicado no acabar echando humo. ¿Por dónde
empezamos?
Velocidad, radares y cinturones
Para no seguir a la cola de Europa -al menos en lo que a velocidad se refiere,
la infraestructura es otra cosa- se
aprueba un nuevo límite no genérico de 130 km/h en autovías y autopistas. Digo “no
genérica” porque no es que de repente mandemos el 120 a freír espárragos, si no
que en aquellos tramos en buen estado, con escasa o nula siniestralidad y con
condiciones meteorológicas aceptables se adoptará el nuevo límite. En principio
estas condiciones obedecen a toda lógica, pero profundicemos: ¿qué tienen en
común el 80% de las vías rápidas españolas que están en buen estado y tienen
poca siniestralidad? Efectivamente, que son de peaje. No me digáis por qué,
pero me huelo la tostada: pagar por correr más. Ya veremos cómo acaba la cosa.
Otro punto interesante: se prohíben los detectores de radar.
Al margen de estar de acuerdo o no con esta medida, al menos deja de ser un
elemento que vive en un limbo legal y nadie sabe muy bien de qué va la cosa. Se
prohíben y punto. Tres puntos y 200€ se encargarán de disuadir a los habituales
del detector.
Más: ahora la autoridad podrá inmovilizar un vehículo cuyo
conductor no tiene el permiso correspondiente
-autobuses, camiones…- y también
cuando los usuarios se pasen por la bisectriz restricciones de tipo horario o
de tonelaje. Por su parte, los ciclistas
-a estos les dedicaremos un artículo aparte más pronto que tarde- tendrán obligatorio el uso del casco en vías interurbanas,
quedando a su elección hacerlo en ciudad. Los niños deberán usarlo en toda
circunstancia.
El toque personal del gobierno
Como soy un tipo malvado, que gusta de sembrar el mal y
meter cizaña, he dejado los puntos
más controvertidos para el final. La primera
de ellas va sobre animales: en caso de atropello del bichillo -o bichote-
correspondiente, el culpable del suceso será el conductor del vehículo.
Al menos eso se desprende de las palabras del ministro.
Así que cuidado, locos
del volante, porque sí os dirigís al pueblo a pasar el fin de semana y de
repente un jabalí toma la respetable decisión de plantarle un beso al radiador,
latiguillos de freno, manguitos, etc. de vuestro coche, os toca apoquinar,
cabrones y asesinos de animales que vais a más de 33 km/h. Ni se os ocurra
echar la culpa al ministerio de medio ambiente, al fomento, obras públicas o
quien sea. Su enorme presupuesto no está para nimiedades como proteger la
carretera de agentes ajenos a ella.
Claro que puestos a escribir barrabasadas en el Boletín
Oficial del Estado, para qué detenernos ahí: el ejecutivo establece tolerancia
cero a las drogas, que serán totalmente incompatibles con el ejercicio de
conducción… salvo que sean con prescripción médica o con carácter rehabilitador.
¡Espera! Resulta que ahora el colocón de las drogas no es tal si quien
las prescribe es el médico y no un camello. Habrá, pues, que confiar en el
sentido común y el buen juicio de todas aquellas personas que puedan fumarse un
canutillo legalmente y que no se les ocurra coger el coche "medicados".
En definitiva, parches y más parches para regular un mundo,
el del automovilismo, que no necesita que cuatro ignorantes con capacidad
legislativa se pongan a promulgar idioteces, sino que se sienten con voces
autorizadas y asociaciones de automovilistas para escucharlas y tomar nota,
aprendiendo de quien sí sabe algo de esto y haciendo las cosas como Dios manda.
Pero ya sabemos que eso no ocurrirá. Al fin y al cabo, esto
sigue siendo España, ¿no?
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