Habíamos
dejado a medias un “paseo” en un Opel Vectra y ya va siendo hora de retomarlo.
Como es costumbre estuvimos echándole un ojo por fuera y por dentro, con
sensaciones contrapuestas. Exteriormente sigue pareciendo un coche con una
imagen alegre y poco anticuada -hay que
recordar que es un coche de cierta edad-
y por dentro hay unos acabados en la línea de sus rivales de la época, buenos
ajustes y mucho espacio, aunque personalmente, no sé si por el diseño o por la
poca vistosidad de los materiales, no encuentro el habitáculo especialmente
atractivo.
Pasemos
al apartado dinámico, sin duda el más entretenido. Os adelantaré algo: es un
coche hecho para viajar.
Motor y
prestaciones
El
motor 2.2 turbodiésel que monta este Vectra puede ser, visto desde la óptica
del conductor tranquilo y de mediana edad
-el público al que está dirigido este coche- , muy satisfactorio. Las razones son varias:
en primer lugar, y aunque en frío no lo parezca, es silencioso. Ya se deba a un
buen aislamiento o al motor en sí, el silencio de marcha es destacable.
El segundo motivo es su funcionamiento, suave y también cómodo en el sentido de que tiene un andar
progresivo, sin “patada” en algún rango de revoluciones. No recuerdo
vibraciones ostensibles durante la conducción, lo cual habla a favor de su
agrado de uso.
Desconozco
hasta qué punto se muestran resolutivos los 125 CV de este motor en otros
modelos, pero en este Vectra no lo son demasiado, probablemente debido su
peso -parece un mal endémico de Opel- que se acerca a los 1.600 kg, cuando la media
del segmento estaba en unos “mil cuatrocientos y algo”. De ahí que en
prestaciones no destaque especialmente. Al contrario de lo que se suele cecir últimamente, no afirmaré que es un motor insuficiente porque en ningún
caso me lo ha parecido. No todo el mundo quiere o necesita acelerar de 0 a 100 km/h
en menos de 11 segundos, que es lo que tarda este Vectra.
Al
motor va asociada un cambio automático de convertidor de par, cinco relaciones
y dos modos de actuación: uno completamente automático y otro manual secuencial.
Me sorprendió gratamente por su suavidad de funcionamiento y su adecuada
rapidez -sin alcanzar la de un cambio de
doble embrague- . No hizo "extraños" en ningún momento ni dio tirones saliendo de parado o en maniobras de aparcamiento, aunque tampoco me ví envuelto en alguna situación comprometida tipo aparcar en cuesta o salir pisando grava, pero por cómo se portó en todo el día, creo que hubiese dado igual. Me gustó bastante, la verdad.
No encontré natural
el modo secuencial, en el cual para subir marcha hay que mover la palanca hacia
arriba y para reducir hacia atrás, cuando a mi parecer debería ser justamente
al revés. Como curiosidad, dispone de un modo “invierno” en el que emplea
siempre la marcha más larga posible y suaviza al máximo los cambios para
mantener una buena motricidad.
Su consumo
en ciclo NEDC es de 6,5 litros por cada cien kilómetros, una cifra
relativamente realista. Con una conducción despreocupada considerando de todo
un poco -carretera nacional, autovía y
ciudad- el Vectra no debería devolver un
consumo de más de 8 litros, y a nada que seamos cautelosos con el acelerador o
conduzcamos en situaciones favorables, acercarse al consumo homologado me
parece muy posible.
Al
volante del Vectra
Las
condiciones en las que conduje este Opel no me permitieron sacar todas las conclusiones
que hubiera querido, me faltó llevarlo por algún puerto de montaña o carretera
revirada que es donde, a mi parecer, se conoce más y mejor un coche.
En
cualquier caso, no me cabe duda de que llevé el Vectra por el que realmente
es su elemento: las carreteras amplias en las que se va a un ritmo más o menos
constante. Esto es así porque su principal virtud es el confort de marcha que
ofrece. Los pasajeros van notablemente aislados tanto del ruido como del
asfalto, merced a una suspensión más bien blanda en general, aunque se nota
cierta firmeza al menos en los primeros estadios de la amortiguación -cuando el conjunto muelle/amortiguador se
está comprimiendo- . El Passat que ya probamos aquí tiene una puesta a punto bastante más firme, pero seguramente menos
cómoda en muchas situaciones.
A pesar
de esta comodidad, la suspensión no es perfecta, porque permite a la carrocería
tener unos movimientos verticales a mi juicio demasiado acusados -pudiera ser que se deba en parte a unos
amortiguadores gastados- que te dejan algo intranquilo al pasar por juntas de
dilatación o cambios de asfalto muy marcados si no estás acostumbrado. En
circunstancias normales no supone un problema, quizá en una conducción exigente
sí que se eche en falta una mayor firmeza, así como una dirección más
comunicativa. Esto último en una berlina de este corte tampoco resulta algo crucial.
Como no
podía ser de otra manera, el equipo de frenos es bueno en un uso normal, no
tuve ocasión de ponerlos a realmente a prueba salvo alguna frenada intensa por
culpa de algún peatón despreocupado. En esas circunstancias, he de decir que el Vectra se detiene con firmeza suficiente.
Una
berlina de éxito
Para
todo aquel que buscase una berlina sin tintes deportivos, optar por el Vectra
era una fácil y acertada decisión, más si consideramos lo competitivo de su
precio. El modelo con el acabado más básico y este mismo motor diésel de 125 CV
estaba disponible desde solo 21.200 €, sin incluir descuentos. Un precio muy
ajustado para un berlina bien equipada, cómoda, con unas prestaciones
razonables -aunque no destacables- y una imagen agradable. Un buen trabajo de Opel, sólo así se explican las más de cinco millones y medio de unidades vendidas.
PD: Mí agradecimiento a Ana, perfecta anfitriona durante el viaje y muy paciente conmigo durante toda la prueba
PD2: Disculpad las fotos, nada de esto estaba previsto y no contaba ni con una buena cámara ni con tiempo para hacer fotos medianamente decentes...
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