CUANDO FRENAR SE VUELVE DELICADO




Supongo que alguna vez te ha pasado que vas conduciendo, practicando este noble arte tan endiabladamente  adictivo, extrayendo del motor buena parte de su potencial y disfrutando del coche. Vas a entrar a una curva y cuando acabas de colocar el coche para abordarla, te entra algo de inseguridad. Piensas que quizá vas demasiado fuerte y acaricias el freno. Para entonces ya has comenzado el giro y el coche responde al toque de freno con una leve pero incómoda insinuación, como diciéndote vuelve a pisarlo un poco más fuerte y verás cómo salimos en el periódico...

En un circuito, ese tipo de cosas se magnifican. Y tras el volante de un Porsche 911 GT3 mucho más aún. Frenar es una ciencia compleja, con infinidad de matices que pueden cambiar la situación en un abrir y cerrar de ojos. Es el caso del piloto de este vídeo, al que se le juntaron varias cosas: una frenada MUY fuerte  -nunca he tenido la suerte, pero hundir el pedal central de una máquina cuyos frenos podrían detener el tiempo debe de ser muy delicado-  , un coche cuya distribución de pesos viola las reglas elementales del automovilismo deportivo y el factor determinante: líquido refrigerante que otro coche había vertido sobre la pista.

El resultado final es el esperado: el coche frena solo del lado izquierdo, latigazo de la zaga, unos cuantos vistazos a Triana  -tres creo contar-  y visita turística al muro previo paso por la puzolana. Disgusto terrible, bajón de autoestima y unos 40.000 € para el chapista, que al fin se podrá llevar a los niños a Eurodisney.


De primeras sorprende la reacción del piloto, que no parece de novato: suelta el volante cuando parece que se va contra el muro lateral  -imagino que para no romperse los pulgares, fijaos con que violencia se gira el volante-  , luego vuelve a intentar sujetarlo en medio de la confusión por si suena la flauta y finalmente se lleva las manos al casco para sujetarse la cabeza ante el inminente golpe, que no es pequeño. Yo seguramente me hubiese quedado pasmado y agarrado al volante con los ojos cerrados hasta oír el trastazo.

Todos los detractores de los 911 tienen ahora barra libre para poner de vuelta y media su particular ubicación del motor. Quizá tengan razón y con otro coche de construcción más ortodoxa el resultado hubiera sido diferente, aunque en mi opinión es mala suerte, el cúmulo de factores. Supongo que a la conducción también se le puede aplicar ese dicho mexicano que dice que, cuando no toca, ni aunque te pongas. Y cuando te toca, ni aunque te quites.


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