Es bien sabido que, para muchos amantes de los coches, el
motor eléctrico es a la pasión lo que un canapé al hambre voraz. Es más una
cuestión de apreciación personal que otra cosa, una especie de manía, por
llamarlo de alguna manera, ya que si hablamos de prestaciones, los eléctricos
tienen un empuje -siempre y cuando no
pasemos los 80-100 km/h- que nada tiene
que envidiar a los que queman combustible. Son las ventajas de disponer de todo
el par motor desde cero revoluciones por minuto.
Sin embargo, es como si careciesen de alma. Al pisar a
fondo, suenan como una fuente de alimentación a pocos días de morir -la informática, mi otra fuente de “frikismo”- , lo cual es todo lo contrario al emocionante
chillido de un deportivo. Otra razón es comercial: tendemos a relacionar
directamente eléctrico o híbrido con “aburrido” gracias a vehículos como el
exitoso Toyota Prius, un gran coche cuyo único delito es tener las mismas aspiraciones deportivas que un tranvía. También está el Nissan
Leaf, el Citroën C-Zero, el Renault Fluence…
De poco o nada han servido notables excepciones como las que fabrica
Tesla o el divertido Honda CR-Z.
El caso es que, como dice reza el “ingenioso” juego de
palabras del titular, uno de los eléctricos más emocionantes que hay es el
Mercedes-Benz SLS E-Drive, un precioso deportivo de 740 CV que ha pasado por
las manos de Chris Harris. Unos 400.000€ de coche donde AMG ha puesto todo sus
saber hacer -y no es que sean mancos,
precisamente- para hacer de este uno de
los mejores coches eléctricos del mundo. Las imágenes del Mercedes, en un
indescriptible azul brillante sobre un circuito empapado de agua son, como de
costumbre, fantásticas.
Tan interesante como la opinión del señor Harris son las
explicaciones de un ingeniero, Jan Feustel, que detalla de manera genial los
entresijos del SLS. Debajo de estas líneas os dejo el vídeo, activad
subtítulos, resoluciones HD y todo lo que se os ocurra para no perderos ni un
detalle, merece mucho la pena.
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