PRUEBA: ALFA ROMEO 147 JTDm (parte 1)



Aparte de los superdeportivos con los que todo niño fantasea, crecí perdidamente enamorado del Alfa 147 GTA. Era el mío un amor sin medida: nunca acepté una crítica, nunca pensé que tuviera un rival mejor e incluso por aquel entonces, no había un fabricante mejor que Alfa Romeo.
El tiempo pasa y uno se va moderando, aceptando que entre el blanco y el negro hay infinidad de matices. Sin embargo hay algo que aún me pone nervioso cuando hablo de él y tengo la sensación de que, de alguna forma, he cumplido un viejo sueño: al fin me he sentado tras el volante de mi admirado Alfa y creo que la espera... ha merecido la pena.

Una década de cuore sportivo
El 147 llegó en el año 2.000 para sustituir a los 145/146 y reclamar una mayor cuota de protagonismo en el siempre competido segmento de los compactos. Con él, recuperaron viejas señas de identidad que se habían perdido, como la calandra en forma de escudo con lamas horizontales. Como curiosidad, sabed que fue coche del año en 2001.


Montaba notables avances tecnológicos como el doble encendido Twin Spark, las válvulas refrigeradas mediante el uso de Sodio o la apertura/cierre de tiempo variable de las mismas.
Podía estar animado por dos 1.6 de 105 y 120 CV y un 2.0 de 150 CV en gasolina y un diésel 1.9 con la tecnología JTD common-rail de Fiat con potencias de 100, 115, 120, 150 y 170 CV. Como estrella de la gama, el brillante 147 GTA, que con sus 250 salvajes caballos procedentes de su V6 de 3.2 litros hacía palidecer a sus rivales. Inolvidables también sus llantas de 5 agujeros que afortunadamente aún se pueden ver en los modelos más deportivos de la marca.


En 2004, para mantener la vigencia de su modelo más comercializado, Alfa sometió al 147 a un lavado de cara  -nunca mejor dicho-  que afectó básicamente a su frontal, con cambios de menor importancia en el cuadro de mandos y opciones interiores. Respecto a si es más bonito el "viejo" o el de más reciente hornada, he oído de todo, incluso que los dos son feos  -valiente oculista el que tenga que tratara esos individuos- , al fin y al cabo es cuestión de gustos. Esperad que me deje Fran la llave y vamos con él. 
Puro Alfa Romeo
A todo alfista se le empiezan a poner los pelos de punta en cuanto divisa las lamas plateadas de la calandra, que como dijimos antes habían recuperado para el 147. Es importante no perder las señas de identidad que lo hacen a uno diferente, ¿verdad?



Custodiando ese rasgo se encuentran dos faros afilados que esconden tres esferas cada uno, característica que también se puede ver en el 159. Los marcados nervios que recorren el capó acentúan más si cabe su personalidad.

La vista lateral delata una elevada y ligeramente ascendente cintura. No tiene estridencias, es todo armonía solo rota por las atractivas llantas multi-radio de 16" y el detalle de la manilla cromada. Ya que hablamos de manillas, desde hoy me declaro fan de los 5 puertas con tiradores traseros escondidos: se mantiene toda la practicidad y se consigue una imagen más coupé.

En la zaga no hay sorpresas, el centro de diseño de Alfa no se detuvo en ella cuando decidieron llevar a cabo el restyling. Una luna trasera muy poco tendida y unas ópticas con alguna reminiscencia a sus antecesores protagonizan el trasero del 147, que por cierto no oculta el colín del escape como sí sucede en otros coches. La forma en V del portón es otro rasgo de sus ancestros que aún se mantiene vivo.


Interior y acabados
Por dentro el 147 es un coche agradable y sencillo. Esperaba alguna alocada concesión a la deportividad, pero no. Todo es correcto, todo está en su sitio. Incluso habrá quien sienta que le falta algo y más ahora que los coches llevan mil botones repartidos por todo el salpicadero. Lo que si huele a Alfa es el volante, de tres radios sin adornos que quiten espacio para agarrar el aro salvo, cómo no, el emblema del biscione. Es de cuero perforado y sobre él las manos se sienten como en casa. El pomo de la palanca también es de piel.


Respecto a los materiales empleados, se nota que en su día el 147 era uno de los que mejor terminados estaba. Evidentemente los años no pasan en balde y cualquier generalista moderno tiene también un interior muy satisfactorio, pero en el Alfa se aprecia el mimo y la atención al detalle. Todo es agradable al tacto, sobre todo la parte alta del salpicadero y las zonas más al alcance.  Entre sus coetáneos, la diferencia de calidad  -a favor del 147-  puede llegar a ser muy acusada.

Los asientos son de una tela similar al terciopelo   -¿se llamaba velour?-  que a mí me pareció muy buena, así como su tamaño y sujeción. Son ciertamente cómodos, con un mullido un punto más blandito que muchos coches modernos, a veces demasiado duros. 
Regulando el volante en profundidad y altura se consigue una fantástica posición de conducción. Aunque sobre el papel no es de los mejores en anchura, no creo que se eche en falta más espacio. No se prodiga en huecos útiles, pero tiene los justos y necesarios.
Detrás la cosa cambia y sí que se nota  que es algo más estrecho de lo normal en un compacto, pero eso no impide que dos personas viajen muy cómodas. El tema de la altura tampoco está resuelto de la mejor manera y las personas un poco altas se darán cuenta de ello con rapidez. Pese a ello, esa sensación de calidad sigue vigente por detalles como los recubrimientos de las puertas, los detalles de los altavoces o el difusor de aire, que no era fácil de encontrar cuando Alfa lo introdujo en el 147.


El maletero es el talón de Aquiles de este italiano, en el que sin duda se primó la forma más que la función. Parece más grande de lo que en realidad es  -280 litros según ficha oficial-  . Su boca es alta pero amplia y sus formas no son las más regulares del mundo, de hecho se ve cómo las torretas de suspensión trasera  -inconvenientes de la suspensión independiente-  invaden parte del espacio que debieran ocupar las maletas. 

A su favor tiene que es bastante aprovechable al ser tan cuadrado y que oculta una rueda de repuesto  -de emergencia-  y no un maldito kit antipinchazos. De todas formas, el conductor no tiene en el 147 el mejor aliado para llevar bártulos y maletas.


Hora de hacer una pausa. Dejamos para la segunda parte lo más interesante, como saber qué tal se porta en carretera, si su motor  -el JTDm de Fiat-  es tan bueno como se dice o si su equipamiento raya a la altura de los visto hasta ahora… ¡ci vediamo presto!

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