Doy por hecho que, tras el mal sabor de boca que nos ha
quedado tras el rally de Suecia, a Dani le lloverán palos por todos lados. Es
lo que tiene ganarse la vida expuesto al juicio público. Les pasa a los
futbolistas, a los atletas y también a los pilotos de rallies.
Es cierto que no hay mucho que defender de la actuación del
cántabro en la recién terminada prueba escandinava. Siempre lejos de la cabeza,
peleando con pilotos de talla inferior y a la postre abandonando y echando por
tierra eso puntitos que tanto le había costado tener en la mano. La excusa de
Hirvonen, que también cuajo un rally “flojito”, tampoco debe servir de bálsamo.
Sin embargo yo confío en Dani.
Confío en él porque se lo ganó en su corta etapa en Mini.
Confío en él porque le veo como el único piloto con posibilidades reales de
plantar cara a un tándem, el formado por Ogier y el Polo WRC, que tras solo dos
carreras ya se postulan como claros dominadores. Y confío en él porque si
Olivier Quesnel hizo lo propio al llevarle de nuevo a Citroën, yo no puedo ser
menos.
El podio de Montecarlo nos dejó un poco fríos, pues no llegó
a ser rival de Loeb ni del piloto que de verdad importa, Sébastien Ogier. En
Suecia todo fue un poco desastroso desde el principio. No es el comienzo que
soñábamos, pero su momento es ahora. Tiene la oportunidad, dentro de un mes -en Méjico- , de demostrar que Suecia fue solo un
espejismo, que ha vuelto para quedarse y para dar caza a Ogier. Tiene en el DS3
el arma idónea para lograrlo.
Que le “den” a la primera victoria, hay que ir a por el mundial
desde ya mismo. No sé si cuenta con vuestro apoyo, pero sí con el mío. ¡A por
ello!
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