Hoy inauguraremos una “nueva sección”, por así decirlo. En
ella recordaremos coches que han sido verdaderos iconos dentro de la historia
del automóvil. Habrá un poco de todo, aunque sin duda serán en su mayoría
coches muy exclusivos y deportivos. Esta vez la tomaremos con un italiano de
los noventa -una década que vio nacer
automóviles verdaderamente brillantes-
que significó a la vez el resurgir y la desaparición de una marca.
Hablamos, cómo no, del Bugatti EB110.
Cuestión personal
Debía de tener unos 6 años cuando esta macchina y yo
nos vimos por primera vez. Harta de que nunca me gustase la comida, mi madre me
compró un día una pequeña maqueta de un azul precioso de la que no podría
disfrutar hasta que no terminase de comer. Esa maqueta era un EB110. Aunque no
lo recuerde bien, me gusta pensar que ese día me comí hasta el plato. Desde
entonces, siempre me ha fascinado este superdeportivo.
Se presentó al mundo en 1991, cuando Romano Artioli compró
lo poco que quedaba de una Bugatti que llevaba 35 años desaparecida tras
fallecer Ettore Bugatti –fundador, sus iniciales dan nombre al coche- al poco de acabar la Segunda Guerra Mundial.
La pérdida de su ideólogo y las dificultades que entrañaron la postguerra
abocaron a la ruina económica a tan prestigiosa marca en solo unos años.
Las sede de Bugatti, trasladada por Artioli a Módena,
produjo 139 unidades, que actualmente cuestan en torno a dos millones de euros. Aunque sorprendentes, no son las cifras más impactantes de este prodigio mecánico. Esas vienen a ahora.
El Veyron de los 90
Todo el mundo se maravilla con el Veyron -hijo del que nos ocupa- pero desde mi punto de vista, el EB110 fue
aún mejor y más meritorio. Bajo el capó un V12 de "solo" 3.499cc colocado, cómo
no, en posición central, ofreciendo unos salvajes 553 CV -600CV en la versión SS- a 8.000 revoluciones, gracias a 4
turbocompresores que más que aire, insuflaban vida a ese propulsor. Semejante
fiereza se repartía entre ambos ejes: un 73% atrás y un 27% delante.
Durante mucho tiempo, fue el coche más rápido, como lo es el Veyron hoy. La versión SS alcanzaba 100km/h desde parado en
3.2 segundos y su velocidad punta rozaba los 350. Casi una quincena de años más
tarde, el Veyron no está tan lejos de las prestaciones que ofrece el EB110,
¿verdad? Y eso que el Bugatti actual se dice que fue construido por los mejores
ingenieros del grupo VAG con un cheque en blanco.
Para cerrar la historia de este prodigio de finales del
siglo XX qué mejor que un vídeo en el que poder verlo en acción. Probablemente sea lo más cerca que estemos de
disfrutarlo…
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