Volvemos para concluir la prueba del Renault Mégane que
pudimos conducir a través de la montaña oriental leonesa. A modo de resumen,
¿qué conclusiones pudimos extraer de la primera parte?
Lo primero que nos llamó la atención fue el nuevo diseño, más
corriente -en el mejor sentido de la
palabra- y de líneas más comedidas que
la generación a la que sustituye. Por dentro, nos gustó estar ante un coche
razonablemente espacioso y que ha dado otro salto adelante en cuanto a calidad
interior, acercándose a los coches mejor terminados de su segmento. Sin haber
arrancado aún, dio la impresión de ser un coche cómodo, de los que enseguida hace sentir a gusto al
conductor. ¿Será igual de satisfactorio una vez en marcha?
Motor y prestaciones
Tenemos entre manos el que con toda probabilidad será uno de
los más demandados, el 1.5 dCi de 105 CV. Ofrece una buena cifra de par, 240NM
disponibles en su totalidad a 2.000 rpm.
Sobre el papel, cotejando cifras, no destaca por prestaciones, se mantiene en valores intermedios. En los primeros
kilómetros, conduciendo a un ritmo muy bajo, me dejó un poco frío -casi tanto como el propio motor, que no
había cogido temperatura- , y es que a
pocas revoluciones le cuesta un poco entrar en juego, pero es acercarse a las
1.800 vueltas y se despereza de buen grado.
No tiene la brusquedad de los TDI de bomba inyector ni ese
“tironcillo” de los HDI: el dCi gana velocidad con suavidad y de manera
progresiva. Me dio la sensación de ser un motor muy agradable y satisfactorio,
aunque no sea especialmente elástico. Mueve con notable soltura al Mégane,
la suficiente como para poder hacerlo un coche divertido.
Tengo que destacar que en ningún momento resultó tosco o
poco refinado. El sonido que sale del capó no es embriagador, obviamente, pero
no es un motor rudo, ni siquiera me lo pareció en frío. Tiene además a su favor
el ser un bloque con cierta veteranía al se le supone una buena fiabilidad.
En cuanto a consumo, la cifra oficial indica 4.5 l/100 km de
consumo mixto, pero ya sabemos que, aprovechándose del absurdo ciclo de
homologación NEDC, todos los fabricantes -todos- nos la meten doblada. En este Mégane,
en carretera abierta a velocidades “normales” está entre 5 y 5.5 litros,
dependiendo de cada uno. No tuve la oportunidad de conducirlo por autovía, pero
la conductora afirma que a 130-140 km/h no pasa de 6. Son consumos normales
para un motor de sus características.
Comportamiento
Hablo de oídas cuando digo que el Mégane II era un coche
blando de suspensiones para premiar la comodidad, lo que hacía que en
condiciones exigentes no transmitiese mucha sensación de aplomo al conductor,
que además tenía que padecer -esto sí
que lo sé de primera mano de otros modelos-
una dirección que transmitía menos que la mirada de un jugador de póker.
Nada de eso ha heredado el nuevo Mégane, que parece venir de un planeta
distinto a su antecesor.
Presume de un logrado equilibrio entre suavidad y firmeza.
En las retorcidas y rotas carreteras que tuve la oportunidad de recorrer, el
Mégane se comportó de manera notable, con buena agilidad y respuesta sin renunciar
a la comodidad de marcha -en ese
sentido, el C4 te lleva más aislado y por ello es un punto más cómodo- que se le exige. La dirección ha mejorado
sensiblemente y ahora es agradable e informa más satisfactoriamente de lo que
sucede. No obstante, aún hay margen para mejorar ese aspecto.
Es ágil y no saca el carácter subvirador a
las primeras de cambio. sin embargo, quien busque emoción y cierta
deportividad, debe plantearse acceder a motores más prestacionales que equipen
el “Chasis Sport”, de mayor firmeza tanto en suspensión como en dirección, o
saltar al Mégane Coupé, que goza de una puesta a punto diferente, más “dinámica”
pero menos enfocado al confort.
Equipamiento
Como buen Renault, viene más que bien equipado, aunque no es el mejor en este aspecto si raya a un nivel muy alto . Una cosa que tiene el Mégane
y me resulta muy positiva es que la dotación de seguridad es común a todas las
versiones, bien sea la más asequible o la de mayor nivel. Está compuesto por
airbags frontales, laterales y de cortina
-más uno bajo el asiento que impide colarse por debajo del
cinturón- , ABS con repartidor
electrónico de frenado, ESP, cinturones con pretensor y limitador de esfuerzo…
En cuanto a las “comodidades”, tal vez hayan cambiado
ligeramente tras la pequeña renovación de la gama que ha tenido lugar
recientemente. Inicialmente, los equipamientos eran Expression, Dynamique y Privilège.
Actualmente existe una de entrada, llamada Authentique, una para flotas, Business
y otra versión deportiva llamada GT.
Aire acondicionado, volante de ¿cuero?, así como el pomo y
el freno de mano, ordenador de a bordo, radio-CD con mp3, limitador/regulador
de velocidad, faros antiniebla, llantas de 16” y alguna cosa más que se me escapa
es de serie, es decir en las versiones Expression.
En el siguiente escalón, Dynamique,
al que pertenece el Mégane que hemos conducido, se le añade a todo lo anterior
climatizador bizona, sensor de luces/lluvia y regulación en altura del asiento
del pasajero. Para el Privilege se
reservan cosas como el navegador Tom Tom integrado, cámara de aparcamiento
trasera o asistente de carril.
Nuestra unidad incorporaba además el pack Confort, que por menos de 500€ añade sensores de aparcamiento
traseros, retrovisores plegables eléctricamente y la fantástica tarjeta “manos
libres”, que permite hacer uso del coche sin sacar la susodicha del bolsillo,
ni siquiera para arrancar. Un sistema enormemente cómodo y bien implementado al
que resulta muy fácil acostumbrarse y cuyo único inconveniente es que te dejes
abierto otros coches que no equipen esta solución, tan característica de
Renault.
Valoración
Se le supone un precio de 19.700€. Hoy día, por 12.500€ plan
PIVE incluido -esta información habrá de
ser cogida con pinzas, pues el presupuesto de esta iniciativa se ha terminado y
no esta clara su renovación- un Mégane
Tce de 115 CV con el equipamiento “básico”, un precio muy agresivo.
Con el Mégane, parece fácil pronosticar que Renault seguirá
en el top-3 de los compactos más vendidos. Bien equipado, bien terminado,
estética y dinámicamente muy mejorado respecto al ya exitoso Renault II , con
un precio ajustado… La elección entre
este y otros coches similar relación calidad/precio, como el Focus o Cee`d por
decir alguno será casi siempre cuestión de preferencias personales, características
particulares de cada modelo o prejuicios.
Lo que queda claro es
que Renault ha vuelto a dar en el clavo y la tercera generación del Mégane
supone la renovación de un coche que era y sigue siendo uno de los mejores de
su segmento. Aquí te espero, RS.
Todo mi agradecimiento a Diana, gran conductora, prima y amiga aunque no por ese orden. También para Nacho Hompanera, buen conocedor de Renault y apreciado consejero en materia automovilística.
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