Como era de esperar, la salida al mercado de los nuevos
Golf y A3, pertenecientes al grupo VAG, ha suscitado numerosos debates acerca
del diseño de los mismos y del riesgo que las marcas toman a la hora de diseñar
un modelo.
Antes de seguir, tenemos que tener claro que no existe nada más personal, mas subjetivo, que la belleza
de un coche. Apenas hay un puñado de ejemplos en los que el consenso es
amplio -¡Fiat Múltipla, Opel Corsa A
sedán son feos y punto!- así que, pese a que abordaremos el tema de la forma más objetiva posible, no deja de ser una opinión más, tan válida como cualquier otra.
Volviendo al tema de los dos nuevos compactos de Volkswagen y Audi respectivamente: no diré si son bonitos o feos, mi opinión -tengo una, como todos- no es relevante en esta ocasión. Lo que sí puedo
decir sin temor a equivocarme, es que, para bien o para mal, tienen un diseño continuista y
conservador. ¿Demasiado? Quizá.
A algunos les cansará. Otros agradecerán que sea del año que sea, un Golf sea fácilmente identificable. Con el Audi pasa lo mismo: si te gustaba el anterior, te tiene que gustar este. No sé si más o menos, pero tiene que hacerlo. Lo mismo ocurre con el mismísimo Porsche 911: si antes te parecían horrorosos, ahora no te
pueden gustar.
¿Es malo esto? Bueno, en principio no. Estamos hablando de coches con mucho éxito comercial y si la receta funciona… ¿para qué cambiarla?
¿Es malo esto? Bueno, en principio no. Estamos hablando de coches con mucho éxito comercial y si la receta funciona… ¿para qué cambiarla?
La otra cara: el atrevimiento
El conservadurismo suele ser cosa de los alemanes -de quién si no- , si se me permite generalizar. Hay
excepciones, cómo no: BMW a menudo ha hecho apuestas valientes, Mercedes también está introduciendo cambios importantes dentro de lo que cabe y Seat a veces hasta se
pasa de “moderna”. Pero lo cierto es que, en cuestiones de diseño, suelen ser
franceses, italianos y japoneses los que “le echan huevos” al asunto… con todo
lo bueno y malo que ello implica.
A Italia la vamos a dejar un poco de lado por dos razones: primero porque el
“diseño italiano” es prácticamente una denominación de origen y merece un
capítulo aparte. De allí vienen los Ferrari, los Maserati, los Lamborghini -ahora bajo tutela alemana- o los Alfa Romeo... Por no hablar de diseñadores de la talla de Pininfarina, Giugaro o Bertone. Juegan con ventaja en este aspecto.
La segunda razón es que, como gran admirador de sus diseños
automovilísticos me cuesta mucho hablar con objetividad. Pasa un poco como con cualquier otra cosa, uno puede ser o no fan del diseño italiano, pero es absurdo no reconocer su buen hacer en este aspecto. Muchos de los automóviles considerados más bellos del mundo tienen su origen en Italia, donde hasta
los frigoríficos por detrás son bellos y glamurosos. Para muestra, un botón:
Descartados pues los ejemplos italianos, vamos a "meternos" con un japonés: el Honda Civic. No
puedo decir que sea feo, porque lo cierto es que me gusta, lo encuentro bonito,
diferente -más aún en su version Type-R- pero comprendo perfectamente a quien le parece horroroso. No cabe duda de que,
para diseñarlo, Honda se abrochó el cinturón, se agarró fuerte y echó los
restos. Es atrevidísimo para ser un "coche normal", desafía cosas que se dan por sentadas, como el
tener dos faros delanteros bien diferenciados y separados. El resultado en
ningún caso deja diferente.
Otro ejemplo muy representativo del atrevimiento, procedente
de Francia, fue el Renault Megane de segunda generación: aún no nos habíamos recuperado
del “susto” que nos dio el Avantime -de
muy escasa aceptación y ventas, explicables por algunas carencias
importantes- cuando la marca gala, con
dos bemoles, nos presentó un Mégane con unos ángulos que parecían imposibles y
una trasera con un notable parecido a la del “estrepitoso” Avantime.
A Renault se le podrán criticar muchas cosas, pero nunca la
falta de agallas. Coger un tremendo éxito comercial como estaba siendo el
Mégane -seguramente su producto
estrella- e imprimirle ese diseño tan
revolucionario es propio sólo de quien los tiene muy bien puestos. La apuesta
no les salió nada mal, porque se siguió vendiendo tanto como el anterior y eso
no puede deberse exclusivamente a su buena relación calidad/precio. En mi
familia hay uno, en un color negro que disimula bastante sus ángulos raros,
pero aún hoy esa zaga no me acaba de entrar del todo por los ojos. Reconozco
sin embargo que tiene su encanto el jodío.
En todos los sitios cuecen habas
Citroën con el salto del Xsara al C4, BMW en 2004 con el
paso del serie 5 E39 al E60, Mercedes con el nuevo clase A, Volkswagen con el
Scirocco o Chevrolet con el Spark. La lista de diseños atrevidos es larga y no
hay marca que no tenga al menos un representante… Ni siquiera Rolls Royce.
Así que no. No os quedéis con la idea de que X marcas son
aburridas y otras son super divertidas, solo es una generalización, todas se
adaptan a sus respectivos mercados y clientes. Como se suele decir, en la
variedad está el gusto y actualmente es imposible no encontrar un coche que te
parezca precioso. Esto es una muy buena noticia en estos tiempos de dificultad
económica, donde las marcas reutilizan plataformas, comparten elementos y se
adquieren unas a otras, perdiendo en ocasiones su identidad.
Para quien considera que el automovilismo tiene un
importante componente artístico, cada diseño nuevo, agradable o no, es una
pequeña alegría. Que siga así.
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