Ojalá no tuviera que usar un tiempo pretérito, pero la realidad es que la crisis económica no solo acaba con
carreras, planes de futuro o empleos: también ha truncado sueños.
Sueños como los que fabricaba TVR en su fábrica de Blackpool,
condado de Lancashire, desde 1947, cuando Trevor Wilkinson -de ahí su nombre, TreVoR- tras construir un coche para sí mismo basado en un
Alvis Firebird, se asoció con Jack Pickard y fundaron esta fantástica empresa. ¿Repasamos su historia?
Una marca diferente
En 1953 TVR ya producía para sus coches chasis de acero tubular para portar carrocerías de plástico reforzado con fibra de vidrio. El Grantura fue una de sus primeras creaciones importantes , por supuesto fabricado y ensamblado a mano en su centro neurálgico de Blackpool. Dadas las dificultades de una empresa relativamente pequeña como era TVR, muchas de sus piezas las tomaron prestadas de modelos como el Austin Healey o el Escarabajo. Sus modelos iniciales, típicos deportivos británicos ligeros, montaban motores pequeños -menos de 100 CV- del Coventry Climax.
Una marca diferente
En 1953 TVR ya producía para sus coches chasis de acero tubular para portar carrocerías de plástico reforzado con fibra de vidrio. El Grantura fue una de sus primeras creaciones importantes , por supuesto fabricado y ensamblado a mano en su centro neurálgico de Blackpool. Dadas las dificultades de una empresa relativamente pequeña como era TVR, muchas de sus piezas las tomaron prestadas de modelos como el Austin Healey o el Escarabajo. Sus modelos iniciales, típicos deportivos británicos ligeros, montaban motores pequeños -menos de 100 CV- del Coventry Climax.
Los 60 y los 70 fueron testigos del nacimiento del TVR Griffith
y el Tuscan. Estos fueron los primeros modelos de la marca con motores en forma
de V de origen norteamericano. La casa inglesa se empezaba a hacer un nombre y
participaba en diversas competiciones con sus pequeños y veloces deportivos ya
sin su fundador al mando, ya que Don Trevor Wilkinson decidió dejar la compañía
-estoy seguro de que se arrepintió en
algún momento de su vida- para empezar
un negocio especializado en la fibra de video. Se jubiló y retiró a Mallorca,
donde falleció en 2008.
Sin embargo, la vida seguía en TVR y durante los años 80 Peter Wheeler se hizo cargo de la empresa. Con él llegaron los motores Rover V8 -“un bloque que ha motorizado a toda Inglaterra”, en palabras de Jeremy Clarkson- . A los ya existentes Grifith y Tuscan, se fueron incorporando los Chimaera, Cerbera -¡uno de mis peores rivales en el Gran Turismo 2!- , Tamora, Typhon, T350 y Sagaris. Mención aparte merece el Cerbera Speed 12, diseñado para ser el coche de calle más rápido del mundo gracias a sus obscenos 811 CV.
En Julio de 2007, con la empresa sumida en graves problemas económicos,
Nikolay Smolensky se hizo con TVR, intentando mantener viva la esencia británica.
Pese al intento de reflota la compañía, con el nuevo Sagaris como argumento de
mayor peso, TVR cesó la producción el 12 de Julio de 2012, día que muchos fans
de la marca odiaremos para siempre.
El alto precio de no vender tu alma
TVR tenía una producción anual muy similar a la de Ferrari.
Su supervivencia hasta hace unos meses ha sido digna de elogio ya que, mientras
Ferrari vive al amparo del Grupo Fiat, TVR se ha mantenido independiente a lo
largo de toda su historia.
Para los “puristas”, TVR es todo un mito. Siempre ha sido un
fabricante pequeño que se ha mantenido fiel a sus principios. Podría haber
intentado fabricar un SUV, como ha hecho Porsche con el Cayenne, o un cuatro
plazas como Ferrari cuando hizo el 612 Scaglietti, pero no. TVR siempre fue
fiel a sus ideales, a su chasis independiente y a su fibra de vídrio. Todo deportivo
TVR es llamativo, salvaje, escandaloso -¡bendito
ruido!- , con un punto extravagante y sin concesiones de ningún tipo a aspectos
como el consumo, la contaminación o el refinamiento.
Valga como ejemplo el TVR T350C, probablemente el coche que
me compraría si tuviera todo el oro del mundo: motor 6 cilindros en línea, 350 CV, de 0 a 100 en 4,4 y 281 km/h de punta por 30.000 € con apenas 25.000 kilómetros. ¡Eso
es lo que pide Audi por un A4 de 120 CV o Peugeot por un RCZ! Eso sí, el T350C
no es un coche al uso: no tiene ABS, no tiene control de tracción, no tiene airbag.
El coche depende íntegramente de las habilidades del conductor, sin ordenadores,
centralitas ni sensores de por medio. La puerta se abre con un boton bajo el retrovisor, el test pre-arranque es propio de un cohete espacial... Es tan alocado, tan visceral, que es
brillante.
Por desgracia, TVR ya no dará a luz más deportivos como
este, uniendo su destino al de marcas como Saturn, Pontiac, MG Rover o Saab.
Sin embargo, yo aún conservo la esperanza de encontrar dentro de algunos años a
un “pureta” inglés que se quiera desprender de su TVR…
No donaran sus carrocerías abandonadas? Le daría un buen uso xD
ResponderEliminarDisculpa por tardar tanto en validar tu comentario :)
ResponderEliminarNo se si donarlas, venderlas, llevarlas a un museo o incluso coger la fibra y fabricar pértigas para los atletas. Pero tenerlas ahí esperando que 50 años de intemperio anglosajona se las lleve por delante... Desde luego no parece la mejor alternativa!