Retomamos la prueba del Opel Astra que dejamos inconclusa hace unos días. En esa primera parte, descubrimos el interior, el equipamiento
y la apariencia exterior del compacto alemán.
Exteriormente, reconocimos el
gran cambio que hubo entre la primera y esta segunda generación. Una apariencia
estética que incluso hoy día parece atractiva. Es un diseño bastante atemporal.
En el interior nos daba la impresión de suceder justo lo
contrario: pese a su buena calidad de materiales, quizá un punto por encima de sus
rivales -especialmente los
franceses- da la apariencia de tener
muchos años, causado quizá por un diseño demasiado soso y apagado. Sus
asientos, notablemente incómodos para viajes largos y su relativamente escaso
espacio interior también ensombrecían un poco las cualidades de este Opel. Con
un equipamiento a la altura de sus rivales, veamos qué tal se comporta sobre el
asfalto. Empecemos por su 1.7 DTI.
Motor y prestaciones
Bajo el capó oculta un 1.7 turbodiésel
que entrega unos aparentemente escasos 75 CV. Digo aparentemente porque, además
de ser un motor que, sin ser ningún cohete, se muestra bastante enérgico, estoy
casi seguro de que en realidad su potencia es mayor que la declarada
oficialmente. Desde luego no tiene el tirón de un motor equivalente de 100/110
CV, pero se las apaña tan bien o casi como uno de 90 CV.
Mueve con suficiencia el coche, aunque hasta las 2000
rpm es un vago redomado. Parte de esa
pereza también la traslada cuando circula a medio régimen, donde uno espera que
el turbo le dé su impulso característico. En la práctica, este parece quedarse
un poco a medias, aunque a cambio se muestra bastante progresivo en la entrega
de potencia.
Buena parte de que no tenga un carácter más marcado la tiene
la caja de cambios, que tiene unas relaciones quizá demasiado largas para la
potencia que tiene, al menos la 3º y la 4º sí me lo han parecido. Por las características del motor hay que
recurrir a ella con bastante frecuencia, a través de una palanca con cambios más bien largos y un pelín imprecisos.
Los consumos sin embargo se ven favorecidos por este “inconveniente”,
pues sobre el papel gasta unos contenidos 4.8 litros/100km. En la práctica no
es tan sencillo lograr que baje de los 5 litros, pero sí es muy posible dejarlo
en torno a esa cifra. En el habitáculo, se nota un motor más bien tosco, un diesel
“tradicional”, que vibra bastante y con el sonido característico de los
petroleros poco refinados. A medida que cogemos velocidad, se atenúa su rudeza.
Comportamiento
El Astra es un coche muy fácil de conducir. Tiene una dirección tirando a directa que ayuda a incribir al coche con precisión en las curvas. El tacto de los pedales es bueno aunque me costó un poco aprender a dosificar el freno, que es un poco duro.
Las suspensiones tienen una firmeza correcta y los balanceos son bastante contenidos. Quizá rebote un poco, pero en condiciones normales no me ha parecido incómoda. En los apoyos no transmite tanta sensación de seguridad como el Focus o el Xsara, especialmente durante una conducción rápida.
Las suspensiones tienen una firmeza correcta y los balanceos son bastante contenidos. Quizá rebote un poco, pero en condiciones normales no me ha parecido incómoda. En los apoyos no transmite tanta sensación de seguridad como el Focus o el Xsara, especialmente durante una conducción rápida.
Y es que circulando a ritmos elevados, pese a ser menos subvirador de lo que cabe esperar -es bastante “neutro” para ser motor y tracción delanteros- la zaga no da la misma sensación de ir bien asentada que por ejemplo el Citroen Xsara que ya probamos, es más me pareció que tiene un comportamiento un poco inquietante, por definirlo de alguna manera -¿tal vez un problema de neumáticos?- . Da la impresión de pesar muy poco atrás
Eso sí, cuando las
cosas se descontrolan un poco, es bastante más fácil de corregir que su homólogo
francés, cuyo tren trasero autodireccional puede ir por su cuenta.
Astra en el mercado
No por tener ya diez años o más deja de ser interesante la
prueba de determinados coches como es el caso de este Opel, máxime cuando las
circunstancias económicas actuales dificultan la compra de un vehículo.
Personalmente, se me hace difícil recomendar la compra de un coche nuevo en una
amplia variedad de casos, como puede ser la familia que busca un segundo
vehículo o el joven que pretende su primer volante.
Con la excepción - ahora
con el plan PIVE, es una brillante oportunidad-
del Dacia Sandero, los coches más
baratos parten de unos 6.000€ siendo en su mayoría pertenecientes al segmento
A, que probablemente no cubran las necesidades de gran número de compradores.
Sin embargo tienes un compacto, -dos
segmentos por encima de un Seat Mii o un Citroën C1- como el Astra que hemos probado que anda
bien, tiene espacio suficiente, mecánicas muy probadas cuyos puntos fuertes y
débiles son de sobra conocidos y que, además, gasta como un mechero, por menos
de 3.000 €. También versiones de gasolina como este, con carrocería sedán, por
2.300 euros y 120.000 km.
El Astra es un coche que cumple muy bien. Podría decirse que
no destaca por nada en particular, pero tampoco tiene carencias notables. Como
ya hemos dicho anteriormente, la diferencia entre sus principales rivales -Xsara, Focus y Megane- son solo de matiz: algunos apreciaran el tacto
un poco más deportivo del Renault. Otros se quedarán con la comodidad del Xsara
o el gran equilibrio del Focus. Solo es cuestión de encontrar la mejor ganga
dentro de nuestros gustos personales.
Si necesitas un coche que te lleve y te traiga y te gusta el
Astra, adelante. No te sentirás decepcionado.
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