Aquí estamos otra vez para continuar con la prueba del
Mitsubishi L-200, un pick up muy popular dentro de su segmento. En la
primera parte destacamos su buena apariencia, especialmente con las
opciones que equipa la unidad que probamos, su buen equipamiento de serie,
teniendo en cuenta el segmento del que se trata, y la gran versatilidad,
inherente a este tipo de vehículos.
A continuación insertaremos la llave y pondremos en marcha
en motor para ver de lo que es capaz y que tal se comporta en nuestras manos.
¡Te invitamos a subir con nosotros!
Motor y prestaciones
Como ya dijimos anteriormente, se trata de un bloque diesel
de cuatro cilindros y 2.500 cc,
-conocido internamente como DI-D de primera generación- , turboalimentado y con intercooler, que entrega 115 CV a unas
bastante elevadas 4000 rpm y todo su par, 247 NM, a la mitad de revoluciones.
Estira mucho para ser diesel, prácticamente no
desfallece al llegar a la zona alta del cuentavueltas.
Sobre el asfalto es un motor suficiente, con buen empuje en
general y bastante agradable de utilizar. Es cierto que en ocasiones,
especialmente con el coche cargado o en puertos de montaña, se puede echar en
falta algo más de potencia. 130 o 140 CV le habrían sentado francamente bien.
Por encima de esas cifras, el motor superaría las posibilidades del
chasis. En cualquier caso, es agradable y satisfactorio, y la única pega que se
le puede poner es el consumo, que se dispara con facilidad cuando le exigimos
más. La media, con una conducción viva eso si, supera los 10 litros.
El cambio no es el
paradigma de la precisión y la rapidez, pero es cómodo. Está bien
escalonado, las dos primeras marchas quizás son cortas en exceso, pero estamos
hablando de un coche que a menudo tendrá que ganar velocidad muy cargado,
además de tener que desenvolverse en terrenos abruptos.
El motor entrega su fuerza a las ruedas a través del sistema Easy Select 4WD, que en condiciones normales distribuye todo el par al eje trasero a no ser que, a voluntad del conductor y siempre por debajo de 100km/h, conecte la tracción total. Dispone así mismo de una caja de reductoras que no pudimos probar a fondo, pero hace al coche muy capaz cuando las cosas se ponen difíciles.
Comportamiento
Me sorprendió muy gratamente nada mas tomar las primeras curvas ya que, ante la mole que parece ser a primera vista, esperaba un gran balanceo
que finalmente no ha sido tal, de hecho es bastante contenido conociendo el peso y dimensiones del vehículo. La dirección peca un poquitín de
imprecisa y sobre todo de escaso giro, que obliga en ocasiones a hacer mas
maniobras de lo normal.
No podemos esperar de este
-ni de ningún coche de su categoría-
un confort excepcional, pues tiene que conjugar otras cualidades como
robustez o capacidad de carga. El antiguo y archiprobado esquema de suspensión
trasero, de ballestas, no ofrece la máxima comodidad ni el mejor
comportamiento en carretera, tal vez Mitsubishi debió plantearse el utilizar
algún tipo de suspensión más moderno. En cualquier caso cumple bien y salvo que
“forcemos mucho la máquina” no echaremos de menos los muelles.
Y ya que hablamos de exprimir el coche, el L200 tiene un
comportamiento noble cuando sobrepasamos el límite de adherencia. Como era de
esperar, los cambios fuertes de apoyo no le gustan demasiado y puede darnos
mas de un susto si olvidamos que son 1800kg de 4x4 repartidos en 5 metros de
longitud. Tiende a rebotar más de la cuenta cuando aceleramos para salir de una
curva, pero mantiene en todo momento la tracción, el diferencial de
deslizamiento limitado se hace notar en esas circunstancias.
Destacado en el campo
Que no engañe su buena apariencia estética, porque bajo esa
carrocería bitono se esconde un verdadero 4x4, de esos que escasean en estos tiempos. Su terreno favorito es la pista rápida, pero se desenvuelve muy bien en
zonas muy abruptas aunque esté limitado por sus dimensiones y su larga batalla.
Por criticar algo, tal vez habrían sido bienvenidos unos recorridos de
suspensión más largos y un bloqueo total del diferencial trasero habrían hecho
las delicias de los amantes más exigentes del 4x4.
El sistema Easy Select 4WD de Mitsubishi funciona bien, es cómodo y no especialmente brusco. Como es normal, con la tracción total insertada se nota como alguna rueda "arrastra" debido a la rigidez de la transmisión.
El L200 en el mercado
De nuevo, este modelo en concreto costó unos 26.000 €,
teniendo en cuenta que es la versión más alta de gama, denominada Intense Plus.
En el mercado de segunda mano, una unidad bien cuidada y con unos 150.000km
cuesta en torno a 9.000€.
Tiene por rival al gran Toyota Hilux, probablemente el más
fuerte de todos y muy equiparable en todos los aspectos. Con menor tirón,
también están el Ford Ranger y el Nissan Navara, opciones también interesantes.
Valoración
Si hubiera que describirlo en pocas palabras, estas serían
“coche para todo”: 4x4 de verdad, cumplidor sobre el asfalto, enorme capacidad
de carga y posibilidades de uso casi ilimitadas, el Mitsubishi L-200 lleva la
versatilidad por bandera, siendo esta probablemente su mejor cualidad. El buen
equipamiento de serie y su agradable estética ayudan en gran medida a hacer de
este el gran coche que es, así como sus agradables y a la vez robustos
acabados.
El motor, voluntarioso y capaz, mueve bien el enorme
conjunto aunque a veces suspire por una veintena de CV más. Su fiabilidad no
admite dudas y su robusto chasis promete años y años de sufrido trabajo.
En resumidas cuentas, un fantástico vehículo para quien
necesite conjugar en un mismo coche, trabajo y ocio. Una cosa es segura: su
propietario nunca tendrá que decir la típica frase de “no puedo hacer eso con
este coche”.
Muchas gracias a Pepe Campo, propietario que muy amablemente, como es costumbre en él, nos cedió el vehículo.
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