En Con R de racing no podíamos seguir ajenos al fenómeno
pick-up que hace años inundó nuestros mercados, así que hemos buscado y
rebuscado hasta conseguir una unidad para mostrar a nuestros lectores tan
versátil vehículo. Y vaya si hemos tenido suerte, porque ha caído en nuestras
manos un modelo estrella: el Mitsubishi L-200, uno de los más representativos de nuestro mercado.
Los orígenes
Podría ser perfectamente el pick up de los mil nombres, pues
según el mercado se la puede conocer como Mitsubishi Triton, Forte, Mighty max,
Storm, Strada, Warrior… Sin embargo la
nomenclatura L-200 es la más extendida.
Nació en 1978 como un versátil vehículo sencillo, robusto y
de estética poco trabajada, siendo eufemísticos. No fue un éxito de ventas,
pues la gente tardó en descubrir lo buena y fiable herramienta de trabajo que
era.
La segunda generación, introducida en 1991 y probablemente
la primera que hayáis visto. Seguía con los mismos puntos fuertes de la primera
edición y en España tuvo cierto éxito en el entorno rural o donde era necesario
un coche robusto, con capacidad fuera de la carretera y fiable. Tuvo en el
Toyota Hilux un duro rival.
En 1996 Mitsubishi dio a luz la tercera generación del
L-200, con la que llegó el verdadero éxito comercial. A esta tirada de coches
pertenece el que ha caído en nuestras manos, aunque es de las últimas unidades
producidas y por tanto se ha beneficiado de algunas mejoras estéticas de las
que hablaremos a continuación.
¿Pick up o algo más?
Son pocos los que disentirán conmigo cuando afirmo que el de este Mitsubishi –en versión Intense
Plus, el tope de gama- es un diseño
francamente bonito, muy agradable, rematado además por cuatro detalles que lo convierten un 4x4 redondo.
El primero de ellos es el “mataburras” delantero en
terminación cromada, que considero fundamental. El segundo es la carrocería bitono,
tan característica de este modelo. El tercero son las llantas de 16 pulgadas,
heredadas del Montero Sport y que no tienen punto de comparación con las de
tipo macizo. Y el ultimo y más espectacular detalle es el techo duro opcional
que cubre la caja, que le da un aspecto realmente imponente e incluso señorial,
que acentúa más si cabe los 5 metros que mide este todo terreno.
Dejando de lado lo estético, levantando el capó descubriremos un motor diesel 2.5 de cuatro cilindros que entrega 115cv a 4.000 rpm, pero pudiendo disponer de todo su par, 247 NM, desde 2.000 rpm, y que es único para toda la gama. De él hablaremos como es costumbre en la segunda parte de la prueba.
Dejando de lado lo estético, levantando el capó descubriremos un motor diesel 2.5 de cuatro cilindros que entrega 115cv a 4.000 rpm, pero pudiendo disponer de todo su par, 247 NM, desde 2.000 rpm, y que es único para toda la gama. De él hablaremos como es costumbre en la segunda parte de la prueba.
Interior y equipamiento
La tercera generación del L-200 sufrió un importante salto
cualitativo en relación al equipamiento de serie y calidades en general, cosa
que se percibe en cuanto se abre la puerta. Desde mi punto de vista tiene un
compromiso muy logrado entre resistencia/durabilidad y apariencia. El
salpicadero no destaca por su diseño, sencillo y bastante funcional. Es cierto
que en general es muy “plasticoso” y de tacto duro -no olvidemos que sigue siendo un vehículo
orientado al trabajo o al ocio intenso-
pero en Mitsubishi se han esforzado en mejorar su apariencia con algunos
detalles cromados aquí y allá, cuero en volante y pomo del cambio, algún
plástico de tacto blando… Es patente el esfuerzo de la casa por dar buenas
sensaciones a los pasajeros.
Los asientos, de una tela que aguanta muy bien el maltrato,
son quizá lo menos logrado de todo, pues tienen una sujeción bastante
deficiente y se tiende a “bambolear” en ellos. Al menos no se puede decir que
sean incómodos, su mullido es bastante confortable.
Las plazas traseras no son estrechas, pero si cortas, hay
muy poco espacio dedicado a ellas en la cabina, lo cual se nota inmediatamente
en las puertas, que llaman la atención por lo pequeñas que son. Esta
característica obliga a viajar muy erguido, con poco espacio para las piernas y
aunque parezca mentira, con poca entre la cabeza y el techo. Una persona que
supere el 1`80m tendrá problemas. La doble cabina aumenta y de qué manera la
funcionalidad respecto a la cabina simple, sin embargo su uso debe restringirse
a viajes no demasiado largos.
Lo normal ahora sería hablar del maletero, pero en este caso sería mas conveniente llamarlo patio exterior y medirlo en hectáreas. Enorme el tamaño de la caja trasera y enomes las posibilidades que ofrece. Según el uso que se le vaya a dar, hay 4 posibilidades: dejar la parte trasera “al aire libre”, recurrir a una tapa, instalar la clásica lona de forma triangular o adquirir el techo rígido que monta la versión probada, que cambia por completo la personalidad del coche sin dejar de lado sus raíces pick up, ya que aunque engorrosa e incómoda de desmontar -requiere herramientas para soltar las grapas que la sujetan- puede retirarse cuando sea necesario. Con este techo duro, que incorpora además barras de techo que terminan en un discreto y atractivo alerón, la apariencia exterior del coche gana muchos enteros.
El equipamiento de serie es muy amplio para un coche de su
categoría e incluye cierre centralizado, elevalunas eléctricos, aire
acondicionado, estriberas laterales, espejos exteriores calefactables, doble
airbag, ABS, diferencial trasero de deslizamiento limitado… La versión de este
modelo incluye además diversos detalles cromados, luces antiniebla integradas
en el paragolpes, una nueva tapicería interior entre otros.
En la segunda parte hablaremos de su motor, comportamiento
dinámico, cualidades 4x4 y precios. ¡No os lo perdáis!
La mejor pickup que hay un camion
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