Quién más quién menos, todos nos hemos enamorado de algún coche. Este
extraño amor no suele atender a razones lógicas, de hecho nuestro pretendiente a menudo no es lo que
se dice “un gran coche”.
Conozco, por citar un ejemplo, a una persona que adora
su Suzuki Vitara del año ochenta y pico, todo-terreno sin duda muy capaz, pero
incómodo, poco práctico y gastón —es de
gasolina— donde los haya. Pues, a pesar
de que "sufre" con su vehiculo en ciudad y carretera —resulta francamente difícil encontrar un
coche menos indicado para esos menesteres—, la devoción por su pequeño todoterreno japonés es total. Cosas más raras se han visto...
Yo, como "friki" de los coches, no iba a ser menos. No me hizo falta conducir un gran número de vehículos para caer prendado. Concretamente, fue el tercero que llevé. Os hablo de un
Jeep Cherokee 2.5 EFI (XJ) de 1997 o 1998. Estaréis cansados de verlos por ahí, era como
este:
Fue el primer coche en cuya compra participé activamente.
Necesitábamos un segundo vehículo y dada la zona geográfica en la que vivo, un
todo terreno tenía muchas papeletas. Así que entre mi padre —valiente despreocupado en materia
automovilística— y yo encontramos esta
ganga, huyendo del motor diesel que tantos problemas de culatines parecía dar.
Fue pionero en materia de sacarme sonrisas cada vez que lo cogía.
Este sí que era el mío. Disculpad la calidad, los móviles aún no eran gran cosa... |
Eran “solo” 120CV
para mover los relativamente pocos 1400 kg de peso pero…¡que motor tan lleno! A
pesar de su ridícula potencia específica, como buena "americanada" —menos de 50 CV por litro— se notaba
esa gran cilindrada empujando desde abajo. Entregaba sus casi 200Nm a 2900rpm,
pero pasadas las 2.500 ya se le notaba vivo, empujando en progresión geométrica
hasta el corte. Y del sonido…que deciros de ese rugir ronco, grave, que me hizo
mirar una y otra vez bajo el coche pensando que tendría el silencioso
agujereado.
Luego estaban sus mas que buenas aptitudes camperas, su sistema 4x4, sencillo, fiable y robusto —¿acoplamiento electrohidráulico? jajajaja — , su espacio
interior con tan mullidos asientos, ese cambio de marchas ligeramente inclinado
hacia en conductor… y esa deliciosa tracción trasera. Tenía y tengo a ese coche
absolutamente idealizado. No estaba carente de defectos pero, ¿a quién le importa que
gaste mucho cuando al salir de la gasolinera de dejaba de doler el bolsillo y
comenzabas a engranar una marcha tras otra?
Técnicamente tampoco era una
maravilla, con esas duras ballestas haciendo de colchón entre el asfalto y el habitaculo o su doble eje rígido.
Como se aprecia en esta instantánea, el cariño era recíproco |
No le pudimos hacer demasiados kilómetros, aun así la avería más gorda que dio fueron dos pinchazos con los que aprendí a dosificar el freno cuando no hay ABS. En cualquier caso, no descubro nada si digo que las mecánicas Jeep de gasolina son poco menos que indestructibles.
Su último cometido fue proteger a su conductor de una
Furgoneta Blanca™ —como ya sabréis, el vehículo mas rápido del mundo— cuyo
conductor se durmió al volante. El choque, fuerte, se saldó con una rodilla
hinchada, alguna magulladura y una leve pero permanente molestia cervical. Un
precio asequible para tamaño accidente.
¿Y qué hay de vosotros? ¿Cuál es ese coche al que tanto apego
tenéis? ¡Animaos y compartid vuestra historia!
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