Hoy, al asomarme al balcón a ver el estupendo sol que lucía, mis ojos se toparon con un coche eléctrico. Un Citroen C-Zero, hermano del Peugeot iOn y del Mitsubishi i-MiEV. No os penséis que es facil ver uno, al menos aquí en Oviedo. Híbridos sí hay muchos, sobre todo Toyotas -siempre intento que, al coger un taxi, me toque un Prius- y Lexus, pero los que se mueven exclusivamente a base de electrones se ven con cuentagotas.
Lo primero que pensé fue: "pobre hombre, que lata recargar el coche en los 4 o 5 puntos de recarga que habrá en toda la ciudad, de los cuales no se si alguno será rapido".
Mi segundo pensamiento fue el detonante de la mala leche con la que salí del balcón: " que pobre ni que cojones, seguro que es de alguna flota pública de las que tienen 60.000 coches inútiles que no les sirven para nada"
No es dificil leer noticias tipo "Fulanito S.A. ha ampliado su parque móvil con la incorporacion de 100 furgonetas eléctricas con el apoyo del ministerio de...". Y claro, uno piensa: vale, ya de comprar furgonetas, que sean eléctricas, aunque se paguen en parte con dinero público. No deja de ser una ayuda para una inversión.
Pero luego hay ejemplos sangrantes, flotas -a veces públicas- que hace 10 años renovaron su parque con vehiculos diesel para ahorrarnos dinero a todos, hace 5 años hicieron lo propio pero con vehiculos hibridos para contaminar y gastar aún menos y ahora, apañados que son, incorporan a sus activos vehículos 100% eléctricos que seguro que ni siquiera les son útiles. Eso si, con cada nueva adquisición, la correspondiente foto en el periódico del político de turno, sea concejal o ministro, posando delante de la nueva flota, que todos se enteren de que a "progre", ecologista y moderno no le gana nadie.
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